Una ruta turística en moto por la provincia de Guadalajara. Organízala a tu aire.
Castillo Valfermoso

Castillo Valfermoso


Descripción

Valfermoso domina el valle del Tajuña desde un alto. En un espolón calizo se construyó el castillo que en principio sería una atalaya musulmana para vigilar el acceso a Brihuega. En muchos sitios aparece el pueblo como Valfernoso de las Sogas, debido a la cantidad de esparto que se producíaa y trabajaba. En el siglo XV paso a manos de los Mendoza, en cocnreto del Primer marqués de Santillana, el poeta Íñigo López de Mendoza. Las ruinas actuales del castillo, situadas junto a la iglesia, pertenecen al castillo reconstruido en el siglo XV y tiene semejanza en su estructura al castillo de Torija, de planta cuadrada, torre del homenaje y torreones esquineros. Hoy solo quedan dos altos muros hasta el nivel de la bóveda de la torre y restos del muro y de algunos torreones. Lo más interesante es su aljibe, bajo el patio de armas, que ha sido rehabilitado por el Ayuntamiento como museo.

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Fuera de ruta

Si nuestra intención es vovler a Guadalajara, proponemos dos fuera de ruta. Ls primera es Lupiana, que posee uno de los monasterios mejor conservados de cuantos hay en la provincia y que conserva en su interior dos clasutros. El conocido como Claustro Mayor fue diseñado por Cocarrubias, e suna joya del Renacimiento y ha sido escenario de decenas de películas de época del cine español e internacional. Fue el germen de la orden de San Jerónimo. Lo difícil es poder visitarlo porque es de propiedad privada y se usa para eventos de hostelería y para el rodaje de películas  

Antes de llegar a la capital, otra opción que tenemos,esta vez a nuestra izquierda, es acercarnos a Chiloeches a contemplar el valle del Henares y el corredor industrial. El progreso en Guadalajara es lineal y de tonos ocres como las casas y las fábricas que se divisan desde el alto de Chiloeches. Una larga hilera que se dibuja en el horizonte y que forma una sucesión de continuidad entre Meco y Guadalajara. Un plano que nos acerca a Madrid,  milimétricamente trazado y uniforme desde la altura. Asomados al balcón de Chiloeches, al coronar la meseta, se desgranan por la ladera los olivos viejos y enanos divididos en tablares de secano.  Por la noche, los puntos de luz se multiplican hasta formar la línea, sucesión de puntos, que nos enseñaron en la escuela. Un remanso de paz desde las alturas de la meseta que contrasta con el bullicioso trasiego de gentes y vehículos en la zona más próspera y joven de esta provincia milenaria. Luciérnagas nerviosas que no dejan de escabullirse entre el laberinto. Desde el alto de Chiloeches, aconsejo una parada, la noche es más segura y el cielo está más próximo.