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Iglesia de Campisabalos

Iglesia de Campisabalos


Descripción

Campisábalos puede presumir de tener uno de los edificios románicos más homogéneos de la provincia, compuesto por la Iglesia de San Bartolomé y la Capilla de San Galindo, adosada a su muro meridional. El templo es un noble edificio construido con sillería con un ábside semicircular elevado sobre un zócalo de piedra y dividido por tres capiteles.

En cuanto a la capilla de San Galindo, tiene una nave única de 18 metros cuadrados, cubierta con una bóveda de cañón, en la que destaca el friso del muro sur que representa los trabajos agrícolas de los doce meses del año, en lo que se conoce como calendario o mensuario. Presenta dos particularidades con respecto a otros semejantes en otros puntos de la Península, o incluso de la provincia, como el que hay en la iglesia de Beleña. Primero, el lugar elegido para su ubicación, al ser el único menologio español que se sitúa a modo de friso sobre un muro. En segundo lugar, el orden de lectura de los relieves es en sentido inverso al habitual, de derecha a izquierda y no al contrario.

Siguiendo una lectura de diestra a siniestra, el friso se inicia con el enfrentamiento ecuestre de dos caballeros, tema que se representa con frecuencia en edificios románicos, sobre todo a partir del segundo tercio del siglo XII. Continúa con la montería del jabalí, el artista elige el momento clave de la acción cuando el jabalí queda inmovilizado por los perros. A continuación, se inicia el calendario propiamente dicho con una escena del mes enero bastante deteriorada pero en la que se figura un hombre sentado a una mesa festejando el banquete navideño. Durante los tres meses siguientes el interés del escultor se centra en los trabajos propios de la explotación vinícola, de gran importancia en la zona, como la excavación de la cepa, cavado de las vides con el azadón y la poda. Para mayo el escultor ha preferido la escena en que el caballero da de comer a su caballo. En junio el agricultor corta los cardos en flor nacidos entre los trigos y en julio siega las mieses ya maduras. En agosto el labrador separa la paja del trigo, en septiembre vendimia, en octubre siembra, en noviembre la matanza del cerdo y en diciembre, trasiega el vino. Una maravillosa relación de actividades agrícolas talladas en piedra hace más de 800 años.

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Fuera de ruta

Nos encaminamos ahora en dirección a Somolinos. Las calles de este municipio están llenas de arroyuelos, de huertos y de castaños, el viajero encontrará un agradable paseo por las barranqueras de la sierra Pela. En tiempos, este pueblo tuvo diez batanes para la fabricación de paños, una fundición de plata, una industria artesana de calderas de cobre, una centralita hidroeléctrica y una fábrica de papel. Hoy, su joya más preciada, la Laguna de Somolinos, sigue intacta. A las afueras del pueblo, siguiendo la carretera, se localiza este hermoso humedal. Encerrado entre juncales y rocas, es un lugar privilegiado para los pescadores y una auténtica gozada para quienes la visitan por primera vez. De ella nace el río Bornova, que más abajo acabará rindiendo sus aguas al señorial Henares. Tras diez kilómetros de marcha se encontrará el desvío hacia el pueblo de Albendiego a mano izquierda de la carretera, nuestra siguiente parada.