Una ruta turística en moto por la provincia de Guadalajara. Organízala a tu aire.
Almonacid de Zorita

Almonacid de Zorita


Descripción

Almonacid estuvo totalmente rodeada de murallas, levantadas a finales del siglo XIV, formando un recinto ovoide de once hectáreas con cuatro puertas. Se mantienen varios tramos de la muralla entre algunas casas, así como dos puertas: la de Santa María y la de Zorita. En Almonacid podemos visitar la iglesia de santo Domingo de Silos, de finales del siglo XV, con una portada gótico-flamígera de gran interés y el antiguo colegio-convento de los jesuitas. Almonacid contó en tiempos con una población cercana a los cinco mil habitantes. La Plaza Mayor, con los soportales, es una de las más hermosas de Guadalajara. Por sus calles se encuentran casas con arcos apuntados y pequeños palacetes abovedados que hablan del esplendor que tuvo la ciudad. A las afueras del pueblo pueden verse el palacio de los condes de San Rafael y el convento de los padres concepcionistas. El paseo por sus calles es más que agradable, sobre todo si se recuerda que las mismas piedras fueron pisadas en los años veinte por el poeta León Felipe, que anduvo algún año de boticario en el pueblo.

Galería de imágenes




Fuera de ruta

Almonacid y Albalate se rozan con la mirada. En las inmediaciones de la ermita de la Santa Cruz de Albalate de Zorita enocntramos un paraje privilegiado. El Tajo lame sus piedras mientras pasa tranquilo, dormido, tras dejar parte de su bravura en la presa de Almoguera. Pero antes de acercaros a la ermita, os aconsejo dejar la moto y dar un paseo por las calles de Albalate. Entrad en la iglesia parroquial y entreteneos en la Fuente de los Trece Caños, sin duda uno de los manaderos más promiscuos de la provincia. De sus ocho bocas de león o de perro, no se sabe muy bien qué son, manan 300 litros de agua por minuto. El Tajo, a su paso por el término municipal, baja con un caudal de 3000 litros por segundo, o sea que para ser una fuente no está nada mal.  Tras andar por el pueblo, coged de nuevo el vehículo y tomad la ruta que lleva hasta la ermita, son cinco kilómetros señalizados. Al empezar, nos encontraremos con dos ermitas más. José María  Camarero, una de las personas que más sabe de Albalate, su historia y sus costumbres, nos dice que la primera ermita, de la que apenas quedan las cuatro paredes en pie, es la de San Juan, del año 1611. Un poco más allá, está  la de Nuestra Señora de Cubillas, románica. Una ruina hermosa y habilitada como cementerio donde pueden verse todavía unos canecillos policromados que representan caras y figuras humanas y de animales, como las de tres masturbadores que representan los pecados de la carne y la cara de un cerdo. Merece la pena detenerse o acercarse andando.

Al llegar a la ermita de la Santa Cruz, vemos en frente el Tajo, imponente y sereno. La ermita es del siglo XVI. Debajo hay una cripta y en la esquina se ve el rastro dejado en las piedras por las espadas al afilarse. El edificio tiene su historia. Cuentan que los pastores Juan y Alonso Serón soltaron los perros antes de amanecer para cazar un conejo con el que almorzar y éstos se pararon en una peña donde no pararon de escarbar insistentemente. Por más que los apartaban de allí, donde no se veía madriguera alguna, los animales seguían escarbando hasta que desenterraron parte de una Cruz procesional de bronce con baño de oro de aproximadamente medio metro de altura en el que aparecen las figuras de Jesús, María, san Juan, san Pedro y san Pablo. De la Cruz cuelgan dos cadenillas que no son las originales porque estás se las llevó el rey Carlos I, que pasó por allí en 1528, dicen que para hacer unos pendientes a la reina. Una hermosa joya venerada desde su aparición que propició una ermita ubicada en un paraje único.

Volviendo al pueblo, y al otro lado de la carretera, unos cientos de metros a la derecha, está el acceso a la urbanización. Se puede entrar. En ella, además de un buen restaurante, en el pueblo también hay otro recomendable, se encuentra una piscina natural sobre el embalse de Bolarque, una delicia. Y un embarcadero frente al meandro que hace la cola del pantano, que nos recuerda a las calas de la Costa Braca y de Mallorca. Merece la pena acercarse a verlos.

Una vez disfrutado de estos miradores al tajo u a Bolarque, regresamos en dirección a Pastrana y tomamos el desvío a Zorita de los Canes, a mano izquierda.