Castillo de Galve
Descripción
En Galve de Sorbe, un solitario castillo encima de una loma evoca el pasado glorioso de esta tierra austera y serrana. El casco urbano del pueblo es sencillo, con casonas hidalgas en las que abundan los dinteles de sillares y los escudos familiares. En la plaza, con arcadas de soportales, hay una fuente y un rollo del siglo XV de bella estampa.
El castillo de Galve aparece por primera vez en la crónica de Alfonso XI de Castilla con motivo de las turbulencias promovidas en el reino por Juan Núñez de Lara y Don Juan Manuel, sobrino de Alfonso X, a quien pertenecía el lugar, donde había levantado un castillo, que por cierto no es el mismo llegado hasta la actualidad. El infante hubo de huir hacia Aragón por culpa de su enemistad con el rey, quien acabó perdonándole algunos años después a cambio de entregar buena parte de sus posesiones en Castilla y de volar "el catiello que tenía fecha en Galve", cosa que hizo, pues medio siglo más tarde no quedaba allí más que el solar.
Muerto don Juan Manuel, pasó Galve a la corona hasta que en 1392 para premiar servicios y asegurar ayudas, de las que andaba necesitado Pedro I, el Cruel, dio el pueblo y sus términos a Íñigo López de Orozco, al que heredó su hija doña Mencía quien acabó vendiéndoselo a Diego López de Estúñiga, familiar suyo por el precio de 10.000 florines de oro, vendiendo ésta a su vez la mitad al almirante Diego Hurtado de Mendoza, su primo, por la mitad de lo costeado.
Esta fortaleza es un bello ejemplar de la arquitectura militar de la Edad Media en su último periodo, cuando tanto o más se apreciaba en las edificaciones su valor defensivo, como las comodidades de la vida civil y la elegancia de las líneas de una mansión señorial, de ahí su actual empaque.
Lo más importante es su hermosa torre del homenaje, muy parecida a la del castillo de Oropesa. Es de planta cuadrada, con diez metros de lado y veinte de altura. Junto a ella se encuentra la puerta, hoy algo deteriorada. En lo alto de las esquinas hay unos garitones cilíndricos que rompen la línea recta de las cornisas.
En el año 1728, pasó el castillo en poder de la Casa de Alba, a través de la oncena duquesa. En 1873 fue volado por las huestes carlistas mandadas por Villalaín. En la actualidad es de propiedad privada y su aspecto externo está bastante deteriorado debido a un incendio sufrido hace alguos años. Visitarlo es complicado debido a que sus propietarios lo tienen cerrado y lo habitan sólo en épocas estivales. En Galve hay un hostal con restaurante, recomendable.
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Fuera de ruta
Desde Galve de Sorbe, proponemos, fuera de ruta, acercarnos a Cantalojas y visitar, si se va con tiempo, ganas y buenas piernas, su peculiar hayedo. Cantalojas está a 5 kilómetros de Galve de Sorbe. Es un pueblo eminentemente ganadero, por lo que a nadie puede extrañar ver grandes rebaños de vacas y parejas de bueyes tirando de los carros, al más puro estilo leonés. Durante la primavera y el verano los animales pacen sueltos por las montañas con la vigilancia de los pastores que se turnan para su custodia. En el mes de octubre el ganado baja al pueblo a invernar y entonces se celebra una popular feria de ganado, concretamente el día 12, día del Pilar, muy frecuentada por ganaderos de Madrid, Segovia, Soria y Guadalajara.
En lo alto de un desfiladero donde se juntan el río Sorbe con el barranco del arroyo de la Virgen se encuentran los restos de un castillo al que se accede andando y con bastante dificultad. Se conoce como castillo de Diempures. En la localidad le llaman castillo de los moros. Tiene la peculiaridad de que se construyó con piedra de pizarra, pero apenas quedan pequeñas partes de lienzo, lo que debido a la dificultad de acceder a él hacen difícil su visita. En Cantalojas hay un hostal donde se puede pernoctar e incluso degustar buena comida en su servicio de restaurante y un camping municipal Las casas son todas de piedra con arcos de sillería en las portadas y pequeñas ventanas, para evitar la entrada del frío. Hay algunos caserones de bella estampa, como el de la casa consistorial.
Pero la joya turística de Cantalojas es su hayedo, el famoso hayedo de Tejera Negra, que junto al de Montejo de la Sierra, ya en la provincia de Madrid, son los más septentrionales de EuropaAl hayedo hay una distancia aproximada de ocho kilómetros a través de unas pistas que nacen en las cercanías del hostal y que conducen hasta sus inmediaciones. Es una zona especialmente protegida por su riqueza natural. La entrada de vehículos sólo se permite hasta unos dos kilómetros antes del hayedo. El resto del trayecto hay que hacerlo a pie, lo cual es de agradecer porque la riqueza paisajística es impresionante.
El hayedo está considerado como Parque Natural desde 1978, y tiene una superficie de 1.667 hectáreas. Está configurado por los ríos Lillas y Zarzas, que nacen en el valle glaciar de La Buitrera y por un excepcional bosque de hayas, especie poco frecuente en nuestro país debido a lo delicado de su formación. El microclima del parque, junto con su aislamiento, han permitido la conservación de estas singulares masas vegetales. Las hayas están acompañadas de otras especies protegidas como el tejo, el acebo y el abedul, además de robles, serbales, mostajos, avellanos y pinos. Bajo todos ellos se encuentra un sotobosque con brezales, escobonales y jarales. Las hayas de la Tejera Negra se establecieron en épocas remotas, cuando el clima era más frío y húmedo que en la actualidad. En el siglo XIV hay referencias en el Libro de Montería de Alfonso X el sabio, "Texeda negra es buen monte de oso, de puerco en todo tiempo. Et son las vocerías... et la otra por cima del Haedo Derrengado hasta encima de Val de Bezerril".
Volveremos a Galve de Sorbe para seguir la ruta que, en este momento, nos invita a subir hasta Campisábalos y luego bajar por Somolinos, Albendiego y los Condemios hasta acercarnos a Hiendelaencina.