Castillo de Hita
Descripción
Hita es la villa del Arcipreste. Las ruinas de su castillo coronan el cerro. Para acceder a ellas hay que dejar la moto y subir andando durante algo más de 15 minutos. Desde arriba contemplaremos uno de las vistas más espectaculares de la provincia. Más de 60 pueblos se identifican girando 360 grados sobre el eje de nuestros pies.
Los orígenes de la villa como castro de vigilancia en la llanura se remontan a tiempos inmemoriales. En el Poema de Mío Cid ya aparece nombrada entre las destacadas de la zona: "acosadas corred, que por miedo non dexedes nada, / Fita ayuso e por Guadalfajara fasta Alcalá lleguen las algaras"; y también en la Vida de Santo Domingo, de Gonzalo de Berceo: "Fita es un castiello fuert e apoderado / infito e agudo, enfondon bien poblado".
La fortaleza perteneció a los Mendoza, tras su pasado como atalaya musulmana. Cuando no fue necesaria su arquitectura defensiva, el Marqués de Santillana decidió bajarse de las alturas y realizar una muralla en una zona más baja, de la que hoy se conservan algunos lienzos y una espectacular puerta, llamada de Santa María (siglo XV), terminada de reconstruir en el año 2006. Sobre su alto y estrecho arco apuntado hizo colocar las armas de los Mendoza en piedra, que todavía pueden verse, así como la picota, símbolo de villazgo. Tuvo dos puertas más. Una al este junto a lo que fuera la iglesia de San Pedro, hoy bella ruina escenario de actos culturales y otra al oeste, más allá del arco de la villa. El conjunto tuvo forma de abanico, con un muro debajo, de este a oeste y la muralla reforzada con torres de planta semicircular, algunas de las cuales se conservan, como las que dan acceso al palenque, explanada en la que se libran los combates durante el Festival Medieval de Hita, el primer sábado del mes de julio, fiesta declarada de Interés Turístico Nacional. En la conocida como Casa del Arcipreste puede visitarse el Museo del Festival. Hita cuenta con buena oferta gastronómica.
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Fuera de ruta
A escasos kilómetros de Hita, tomando la CM1003 en dirección contraria al sentido de nuestra ruta, que ahora nos llevará a Jadraque, se encuentra el Monasterio de Sopetrán. Sus orígenes se remontan al siglo VII y en tiempos fue uno de los cenobios benedictinos más importantes de Castilla. Hoy puede apreciarse su estructura y la enorme envergadura, aunque no puede visitarse. Pasado el monasterio, tomando el desvío a la derecha, podemos acercarnos hasta Alarilla, el balcón de La Muela. En medio de la llanura campiñera, entre la Meseta y el Ocejón, hay tres montañas, tres pequeños, muy pequeños, “kilimanjaros” que se alzan sobre los limpios campos de olivo y cereal: el cerro de Hita, La Muela y El Colmillo. Suena a guasa, pero así los han llamado desde siempre los vecinos de estas tierras y los que se asomaban desde el rostro de la meseta, allá en la Alcarria Alta. Una pirámide, un trapecio y un cono. Un colmillo con su muela y un cerro histórico de cuyo castillo, en la punta, apenas quedan restos.
La Muela de Alarilla ronda los mil metros de altura, partiendo desde la junta de dos ríos vitales para esta provincia y la vecina Madrid: el Sorbe y el Henares. Desde abajo, la montaña se alza como una pared terrosa de difícil acceso. Hasta allí se subieron los primeros pobladores de estas tierras y construyeron su poblado al resguardo de los enemigos y con buenas vistas hacia el horizonte. Desde allí bajaban a pescar a los ríos. Hoy, La Muela es una conocida pista de despegue para los aficionados al vuelo libre. Parapentes y alas delta merodean en torno a la falda de la montaña como los buitres lo hacen ante su presa, en círculos y sin perder la verticalidad.
Verdadera atalaya, desde su cumbre, a la que se puede acceder en moto por el camino que arranca desde una de las calles del pueblo, se ven, al norte, Humanes, Tamajón y las estribaciones de la sierra. Al oeste El Comillo y el valle del Sorbe en la distancia, bajo nuestros pies el pueblo de Alarilla, con su iglesia renacentista en lo más alto. Al sur, el cerro de Hita y la cornisa de la meseta, Trijueque, Gajanejos y la senda de Rebollosa. Al este, las cárcavas del Henares que baja veloz hasta la capital regando una vega fértil donde el ladrillo y las canteras desplazan a las huertas.
Cuatro puntos cardinales y cuatro paisajes distintos desde un balcón privilegiado donde una cruz y un monumento recuerdan a los valientes muertos en su arriesgado deporte.
Antes de llegar a Jadraque por la CM1003, desde Hita, pasamos por la localidad de Miralrío. Desde el rostro, el borde de la meseta que mira al valle, pueden verse unas excelentes vistas del cauce del río Henares. Un mirador excepcional que varía en sus tonalidades según la época del año y que nos proporciona una impresionante imagen del cordón de la Sierra de Ayllón.